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Los
médicos y los medicamentos |
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Hace algunos años se dio una amplia difusión
periodística al lanzamiento de un producto
que prometía ¡¡curar!! la alergia. |
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Su nombre genérico era terfenadina y fue
tan convincente la presentación del mismo,
que un paciente que padecía de asma bronquial,
me reprochó no habérselo indicado
para aliviar sus padecimientos. |
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Hoy la terfenadina ha sido desplazada del formulario
terapéutico por haberse comprobado que presentaba
efectos secundarios indeseables y era muy desfavorable
la relación costo/beneficio. |
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La misma suerte sufrieron otras innovaciones terapéuticas,
de las que recuerdo con precisión una sulfamida
de acción prolongada y una quinolona de amplio
espectro, que inclusive era eficaz contra los gérmenes
anaerobios. |
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El Rofecoxib apareció en el mercado farmacéutico,
para calmar toda clase de dolores y sufrimientos
reumáticos aproximadamente a principios del
siglo XXI. |
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En el año 2004 se retiró del mercado
por voluntad de la compañía que lo
había desarrollado por haberse publicado
un estudio que relacionaba su utilización
con mayor riesgo de sufrir infartos y accidentes
vasculares encefálicos. |
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Recientemente un tribunal de los Estados Unidos
de América, estableció que el señor
John Mc Darby debía recibir 9 millones de
dólares en concepto de indemnización,
dado que John argumentó que la patología
cardiaca que presentó se debió a la
toma de la medicación mencionada. |
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El argumento principal para sostener este fallo
es que la compañía farmacéutica,
ocultó los efectos secundarios del fármaco,
de los cuales por supuesto tenía conocimiento.
Actualmente dice la información existen en
los tribunales federales y estaduales de los Estados
Unidos de América cerca de 9.650 juicios,
por el mismo tema, los cuales serán tratados
por la demandada en forma individual. Hasta ahora
llegaron a término cuatro de los cuales perdió
dos y ganó otros tantos. |
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Detrás de esta triste noticia se vislumbran
el dolor de los afectados, el recrudecimiento de
sus males, la defraudación sufrida por los
pacientes y los ingentes gastos que deberán
afrontar para el tratamiento de sus nuevas o exacerbadas
patologías. |
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Del otro lado no hay que despreciar el esfuerzo
intelectual y económico que significa la
investigación de un fármaco, que a
veces lleva muchos años, y el lanzamiento
periodístico del mismo que lleva a los pacientes
a solicitarlo compulsivamente a su médico,
como lo señala el ejemplo explicado a principios
del artículo. |
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Entre ambos extremos debe haber un término
medio, al que se debe llegar con intervención
de los actores principales de la prescripción
médica, la industria farmacéutica,
las instituciones médicas y el Estado en
representación de los posibles damnificados
y como agente regulador irrenunciable. |
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Reglas claras, respeto irrestricto de las mismas
y control de los desvíos, evitarán
daños mayores a toda la sociedad e ingentes
e injustificables gastos al sistema de salud. |
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Dr. Augusto
Fulgenzi |
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